lunes, 7 de noviembre de 2011

Tristezas. Capitulo 1

TRISTEZAS
CAPITULO 1: La graduación
Un chico de no más de 17 años caminaba tranquilamente por las calles, vestido con chaqueta beige, pantalón gris, camisa blanca y corbata roja, su cabello castaño se mecía con el viento.

-          Nel, Nel espérame –gritaba alegremente una chica corriendo tras él, su cabello largo castaño también se movía con el viento sujetado por una cinta blanca.
-         
¿Qué sucede?-preguntó él, deteniéndose y girando a mirarla con sus penetrantes ojos negros.


-          Bueno, es que no me esperas… -respondió ella pretendiendo estar enojada al llegar a su lado. Tenían el mismo uniforme aunque las chicas llevaban faldas gris y medias blancas.

-          Bueno, pues ya me alcanzaste – murmuro él tranquilamente.

-          Si… -ella alzó la vista para poder ver su rostro duro y frio, y a pesar de eso sus ojos castaños lo veían con ternura. Con su estatura solo llegaba al hombro de él.

-          … es increíble … -dijo él rompiendo el silencio luego de caminar un rato juntos –que ya se va a terminar el año …

-          Es verdad… - respondió ella como si recordara todo lo que había sucedido.

-          Bueno, pero… ya es hora de separarnos…

Ella levanto la mirada para darse cuenta de que ya habían llegado a la esquina, aquella esquina que siempre los separaba. – Bueno –dijo girándose rápidamente haciendo que su falda se meciera con el viento y la mochila en su espalda se estremeciera pesadamente –entonces nos veremos mañana.

-          Claro –respondió él con una sonrisa y continuó con su camino, ella lo observo partir y luego tomó el camino a la izquierda.

Ninguno de los dos sabía lo que ocurriría, ¿quién podría saberlo si vivían días tan tranquilos?...pero aún así esas palabras… “Es hora de separarnos” aun retumbaban en su cabeza, ya pronto llegaría el día… ese día…

-          ¿estás lista? –preguntaba una mujer golpeando la puerta. La joven se observaba tristemente en el espejo con su elegante traje de graduación, momentos antes había estado recordando aquellos días en que caminaba tranquilamente junto a la persona que más quería. Aquellas palabras “Es hora de separarnos” las volvía a escuchar claramente en su cabeza como un recordatorio eterno que la acompañaría aunque no lo quisiera, si, era verdad… ahora probablemente se separarían. Pero volviendo repentinamente al presente con el insistente sonido de la puerta tomó aire como para infundirse valor; puso en su rostro la mejor sonrisa y abrió la puerta.

-          ¿y bien? –pregunto antes de que la invitada pudiera siquiera entrar, y luego dio una ligera vuelta.

-          Te ves muy bonita –dijo la dama de ojos verdes con emoción.

-          ¿enserio? –preguntó la chica volviéndose a mirar.

-          Si, totalmente –contesto la señora acercándose a recogerle el cabello de alguna forma extraña

-          ¿Qué haces mama? – pregunto la joven viendo extrañada lo que su madre hacia.

-          Nada –contestó decidiendo finalmente dejarlo suelto.

-          ¿están listas? –pregunto un hombre de aspecto amable desde la puerta, vestido con su mejor gala.

-          Si papa, ya vamos.

Mientras tanto se encontraba él sentado en un sofá con traje elegante esperando despreocupadamente.

-          ¿Ya están todos listos?- se escucho una voz femenina y amable – ya es hora de irnos hijo -dijo acercándose al muchacho, mientras intentaba arreglarle un poco la corbata.

-          Así está bien mamá –se quejaba Nel.

-          Bueno, entonces vamos… - contesto ella sabiendo que de nada serviría pelear.

El pequeño viaje en el auto había sido para ella algo tan poco interesante, era imposible no conocer de memoria cada rincón o cada persona en esa pequeña ciudad llena de codicia y riquezas. Antes solía ser un sitio aun mas desértico… en alguna época la industria prosperaba a enormes velocidades, poco a poco ese éxito se desplomo como un yunque y todo se creyó perdido, pero la buena propaganda atrajo a la gente rica quien esperaba encontrar un lugar apacible donde descansar... y era seguro que lo habían encontrado.

-          Buenos días, Adía ¿preparada? –pregunto una señora alta con una voz moderada, de rostro duro pero con una sonrisa amable, con el pelo dorado recogido en una cola alta, igual que siempre, observándola por encima de los pequeños vidrios de las gafas. Era la directora, alguien que nunca había tenido una buena relación con Adia.

-          No realmente –respondió ella con una pequeña sonrisa, como si tratara de enojarla o se burlara de ella.

-          Bueno, pasa por tus cosas – le contesto sin prestar mucha atención a sus palabras e indicando el escenario.

-          Si señora –dijo Adia agachando un poco la cabeza, era un poco molesto ser tan cortes con una persona tan antipática, pero era necesario. Subió lentamente las escaleras y recogió la típica toga y birrete de los actos de graduación, se los coloco y luego se ubico cerca de sus compañeros. “Hola”, “buenos días”, “¿Cómo estás?”, “me queda algo grande”, “te lo cambio” se escuchaba decir entre los presentes. Adia, solitaria y aburrida, miraba constantemente la puerta anhelando que él llegara, pero nada pasaba. Los asientos se iban llenando de invitados y él no aparecía.

-          Hola, ya vengo –se escucho finalmente su voz al pasar junto a ella mientras se dirigía al escenario a recoger sus cosas, pero en el camino de regreso varios de sus compañeros lo interceptaron y comenzaron a hablar alegremente.

-          Es lo normal… -sonrió Adia para sí misma viendo a Nel sonriendo a todo el que se le acercaba, el chico más popular de todo el colegio ¿Cómo iba a ser posible que no recibiera tanta atención?

Finalmente comenzó la ceremonia, Adia había resultado más condecorada que un general de guerra y todos la felicitaban por los logros que había alcanzado durante todo el año.

-          Felicitaciones -le decía Nel a Adia, para luego percatarse de la presencia de una chica de brillante cabello dorado lanzándose sobre ella en un abrazo con los ojos llenos de lágrimas. Su cabello, sus hermosos ojos azules y en general su rostro dejaban al descubierto que era la sobrina de la antipática directora.

-          Felicitaciones Adi –le dijo la joven alejándose un poco para dejar ver su dulce rostro.

-          ¿Por qué lloras Celeste? –le pregunto Nel

-          Ay –contesto ella secándose las lagrimas- es que me siento tan feliz por ustedes-. A pesar de que no iban al mismo instituto, ella había sido siempre su mejor amiga, aunque los sentimientos de Nel fueran un poco distintos.

-          Me alegra mucho que estés aquí –le dijo Adia.

-          Nunca me lo perdería Adi –le contestó Celeste.

Luego comenzó la sesión de fotografías con la familia, con los amigos, con los profesores, hasta que se escucho el micrófono: –silencio, silencio por favor… bueno no lo podemos dejar sin que los graduandos lancen sus birretes al aire ¿no creen?-, aplausos y palabras de júbilo se escucharon entre el gentío luego de que la directora hablara. Pronto los estudiantes estaban nuevamente organizados en las sillas de adelante.
–Entonces… a la cuenta de tres… uno… dos… tres…-

Los gorros volaron de sobre sus cabezas, los ojos de Adia brillaron esperando que eso indicara un nuevo comienzo. Sin embargo, una joven cerca suyo de cabello y ojos negros un poco más alta decidió únicamente dejar caer el suyo en el suelo para luego recogerlo al tiempo que todos los demás, en su mirada se reflejaba un pensamiento oscuro.

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