Una vez más marqué aquel número tan conocido, de la persona que tantas veces fue mi refugio pero que ya no estaba más en mi vida. Sentía el corazón latir fuerte en mi pecho, aunque presentía que de nuevo no recibiría respuesta, y aun así la esperanza aun no Moria en mí.
Sonaba el último timbre y
resignada me disponía a dejarlo de una vez por todas. Me sentía idiota por
continuar intentándolo, pero una voz conocida respondió cuando estaba a punto
de rendirme. Un “Hola” claro y seguro retumbó en mi corazón y detuvo mi
respiración, me tomó un momento reaccionar y responder el saludo. No estaba
segura de si esta era una experiencia real o ya estaba alucinando en medio de
mi obsesión.
“¿Cómo estás?” Pregunté con una
sonrisa dibujándose en mis labios, seguía sin creer que esto fuera verdad, pero
no obtuve respuesta… claro, que podía esperar… pero tampoco me había colgado. Quizás
no me estuviese escuchando, pero finalmente podría decirle todo lo que tenía
atravesado en el corazón.
“Nunca entendí… “comencé a decir,
y continué luego de un momento en el cual me detuve para organizar mis ideas:
La razón por la cual me causaste
tanto daño. Eras la persona en la que más confiaba, pero también la que más me
hirió. Yo también actué mal, lo sé, pero siento que fue mi reacción al sentirme
acorralada por tanto dolor y tantas acciones injustas ¿Qué te hice yo a ti para
que me causaras tanto daño? Lo único que siempre quise hacer fue amarte, y lo
hice con todo mi ser aun cuando no lo merecías. Estaba dispuesta a perdonar y
hacer cualquier cosa con tal de que nuestra relación funcionaria… fui una
idiota, lo sé, sé que la mayor culpa fue mía, porque debí irme desde hace mucho
tiempo pero continué insistiendo con lo que no debía… como ahora…
No solo me engañaste, que de por
si fue un golpe muy duro. No creo que ni tú lleves la cuenta de cuantas fueron.
Algunas presiento que serían incluso solo por interés más allá de tu obsesión
por el sexo… ¿no era suficiente el amor que había en mi para ti? Si, sé que no
era suficiente, porque de hecho nunca me quisiste y nunca me ibas a querer en
realidad… ¿Cuántas veces te fuiste detrás de tu ex o de otras y yo me quede
callada sin hacer nada? Que estúpida fui, lo sé… ¿Y a cuantos le hablaste mal
de mí? ¿Cuántas mentiras les dijiste? ¿dirías que fui una mala persona que te
hizo daño? Dudo mucho que les hayas contado tus incontables traiciones, tus
insultos, que hubieras pisoteado mis sentimientos o que hubieras arruinado los
momentos que eran importantes para mi… de mi parte, casi no lo he hablado con
nadie, y si lo he hecho no lo he dicho todo…
Les digo que “todo está bien, que
ya lo he superado” pero es mentira, todavía me arde en el pecho, se encoge mi
corazón, se anuda mi garganta y las lágrimas amenazan con escapar de mis ojos. Aunque
delante de la gente sepa disimularlo muy bien, hay ocasiones cuando estoy sola
o voy en el autobús pensativa, que las lágrimas se me escapan y siento que el
dolor me mata… sé que hice mal, pero te tenía por mi refugio, la única persona
con la cual pensaba que contaba y con la que contaría siempre.
Incluso te conferí mis sueños… sé
que está mal… esos sueños que ya no existen, porque los mataste junto con mi
ser.
Me dejaste sola y sin ninguna
compasión cuando más te necesitaba, cuando sentía que el mundo se me venía
encima… y si, se derrumbó todo lentamente y sin escapatoria, y debí afrontarlo,
aunque sintiera que de paso me rompía yo en pedazos. Todo lo que podría salir
mal, salió mal, y cuando creí que no podría ser peor, fue peor… Ahora me
encuentro abatida y sin ninguna esperanza, no hay nada para mí en este mundo.
Me alegra que hayas respondido,
aunque fuese solo esta ocasión. Puede que ni siquiera me estes escuchando, pero
necesitaba sacar de mi alma este dolor. Será la última vez que te cuente la
verdad y el dolor que llevo en el alma. Después de esto pasarás a ser una más
de esas personas que pasan por mi vida, a las que quizás les sonrío y les digo
que todo está bien, aunque no sea verdad, y a quienes, aunque pregunten con
insistencia presintiendo que les miento no logren recibir más respuesta.
Durante todo el monologo no le
escuché decir nada. De repente una mujer le llamó y él le respondió “ya voy”. Yo
sonreí, colgué la llamada y borré el número. Ya había hecho lo último que le
quedaba a mi alma para sentirse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario